Los partidos políticos deben representar intereses de sectores ciudadanos específicos. Entre más grandes sean estos sectores, la función sustancial del partido se fortalece y adquiere mayor rango de representatividad, mayor sentido de pertenencia.

Cuando un partido sólo ve, por tanto, por intereses políticos de sus propios miembros o afiliados, o los intereses de otros partidos para los cuales se convierte en un satélite, el partido entonces pierde su propia brújula y, al perderla, empieza a disolverse o ha invisibilizarse.

Esto es lo que ha pasado siempre, por ejemplo, con partidos como el PT, el mismo Verde Ecologista y, en un caso más emblemático, el PRD. Movimiento Ciudadano, por lo menos en Colima, empieza a seguir esta trayectoria en picada.

Pasó de ser un partido con un liderazgo autoritario como el de Locho Morán, pero al menos con una identidad todavía propia, a un partido sin rostro ni personalidad ahora que, por ejemplo, lo vemos fracturarse al interior del Congreso local con la salida de la hoy diputada morenista Glenda Ochoa, quien manifestó como motivos de su salida el hecho de que Movimiento Ciudadano había perdido su razón de ser al no ver por las causas realmente ciudadanas como fue su compromiso desde su creación.

En esta fractura ha tenido mucho que ver la llegada, desde el PRI, del ahora diputado emecista Chuy Dueñas, a quien todavía se le ha seguido viendo coquetear muy de cerca con el priismo local, lo que ha generado más de una suspicacia.

No quiero, en esta ocasión, enfatizar ni el mensaje que genera la salida de la diputada Glenda Ochoa para afiliarse a la bancada morenista, siendo que ella viene desde las bases de Movimiento Ciudadano, ni tampoco quiero enfatizar el mensaje que envía la llegada, desde el PRI, del diputado Chuy Dueñas a Movimiento Ciudadano, sino más bien los perjuicios que éstas fracturas tienen para un partido como Movimiento Ciudadano que, más allá de fortalecerse, se pulveriza al convertirse en una simple moneda de truque político, una plataforma para desplazar a quienes podrían haberle seguido dando una identidad propia al partido (para así generar credibilidad y confianza en la población) y alentar perfiles que, por el contrario, lo deslegitiman.

La propia postura en el futuro inmediato de MC frente a lo que votará a favor o en contra en el Congreso confirmará o negará lo que estoy diciendo. En cualquier caso, la salida de la diputada Glenda Ochoa, que venía creciendo en el partido desde abajo (yo la llegué a ver, en su momento, haciendo encuestas y reclutando militantes), debió haber causado preocupación al nuevo delegado de Movimiento Ciudadano o al menos a otros miembros de la misma élite partidista, pero más bien pasó indiferente, como si en realidad la hubieran invitado a que se fuera.

Ahora Morena se fortalece en el Congreso con dos aliados más (del MC y del Verde Ecologista), Movimiento Ciudadano se desdibuja y el resto de las facciones se queda mirando absorta un espectáculo en el que parece ser que lo único que va a tener valor en los próximos meses es la frase: sálvese quien pueda.