Son casi 18 mil los feminicidios que se han cometido en lo que va del sexenio del presidente López Obrador. En el mismo tiempo, pero en el gobierno de Peña Nieto, se habían registrado ya poco más de 10 mil.

En todo el sexenio de Felipe Calderón se registraron poco más de 4 mil. Por otro lado, en el gobierno del presidente López Obrador aumentó el 110% el número de mujeres desaparecidas.

En síntesis, la cifra es escalofriante: más de diez mujeres están siendo asesinadas cada día en la actualidad menos de la mitad de estos feminicidios termina con una sentencia condenatoria.  

No está de más decir que estas cifras escalofriantes tienen a las mujeres de todo el país, y en especial a las de Colima, con niveles de insatisfacción nunca antes vistos. Por eso, en la pasada marcha por el Día Internacional de la Mujer, el reclamo se convirtió en una voz de hierro en contra de las autoridades responsables de proteger la integridad y vulnerabilidad de las mujeres.

En la marcha colimense, las mujeres llegaron hasta las puertas de Palacio de Gobierno, en el centro de la ciudad, y las derribaron como para mostrar el tamaño del reclamo que estaban lanzándole a las autoridades de gobierno. Si bien no parecería sensato responder a la violencia con más violencia, lo cierto es que la indiferencia de las autoridades por resolver una problemática central no hace sino justificar estas acciones que, en otras circunstancias, podrían o deberían ser reprochables.

A lo largo y ancho del país, las mujeres se echaron a las calles y hicieron hacer sonar su voz y sus protestas contra la inseguridad que padecen. La respuesta  de las autoridades colimenses ha sido de comprensión hacia la impotencia de las marchistas, pero también de calma porque no es algo que pueda resolverse de la noche a la mañana, aunque tampoco se vea que se haga algo para contener la ola de violencia que afecta a las mujeres.

En Colima la violencia ha subido exponencialmente y la violencia hacia la mujer, de forma particular, ha aumentado exponencialmente. Si hay algo que afecte la parte medular de la desatada violencia de nuestra entidad, eso está radicado en los crímenes hacia las mujeres, quienes deberían obtener, por encima de todos, una respuesta decente por parte de las autoridades obligadas a responder a sus necesidades.

El año pasado Colima registró la tasa más alta de feminicidios del país y según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el estado de Colima inició el año 2023 con 14 homicidios dolosos de mujeres. La deuda, pues, con las mujeres colimenses no es poca y obviamente vale muchísimo más que la puerta de Palacio de Gobierno, por la cual en algún momento tendrá que salir una noticia contundente que asegure que de aquí en adelante se actuará no sólo con prontitud sino también con efectividad en la erradicación de este flagelo en contra de las mujeres.

Ojalá de verdad no quede, como siempre, en una fecha conmemorativa más, en un mero arrebato, y se empiecen a ver cambios sustanciales en este ámbito de la agenda pública local. Es justo y es necesario.