La ardiente ciudad de Dite se encuentra amurallada por montes y volcanes en un valle caluroso, por puerta tiene gigantescas palmeras doradas que celosamente resguardan su entrada.
Sus habitantes están condenados, residen y arden en tumbas abiertas de las cuales solo desean escapar, lo curioso es que son los herejes los que custodian sus altos muros en lugar de habitar los sepulcros abrasadores en los que sus ciudadanos moran, peor aún, los heréticos guardianes de la ciudad que han osado violar la autoridad y los dogmas escritos, por omisión o complicidad abrieron las puertas a los que se bañan en el pantanoso río Estigia para que den a su ira rienda suelta y se despedacen los unos a los otros, sin embargo al no bastarles sus hermanos en pecado, sacaron de los hoyos candentes a los pobres residentes de Dite, tal vez falte mucho para que se vayan los guardias a sufrir donde habita Caín.
Tomé muchas libertades al reimaginar lo narrado por el poeta Dante Alighieri en el sexto circulo del infierno que es donde sufren los herejes, aquellos que fueron en contra de los dogmas del cristianismo, en este caso los practicantes de la herejía desobedecieron las normas de la democracia al ir en contra de los postulados que pregonaban durante el periodo electoral y decidieron adoptar las actitudes que mostraban los gobernantes que los precedieron, la parte triste de esta reimaginación es que los que sufren son quienes no cometieron el pecado mencionado, quienes arden desconsoladamente en esas tumbas tienen por único crimen haber creído en un futuro distinto.
Hoy para muchos es muy tarde, el sufrimiento que ha azotado ya no nos permite creer en algo mejor, no importa que el prometido y brilloso mañana logre arribar, lo perdido ha sido demasiado como para recuperarse, de alguna forma este abismo que succiona sin ser saciado hace que nuestros sepulcros en llamas sean una suave caricia a comparación delo que la obscuridad ha absorbido, aquí yacemos, inertes sin poder escapar de este infierno que es Dite; tal vez un nuevo terremoto llegue y nos traiga justicia, pero predecir eso resulta imposible.
Por el momento los encargados de hacer valer la rendición de cuentas se encuentras sobre esas mismas murallas que nos apresan, desde ahí peinan sus cabellos de serpientes y miran con desdén hacia los pobladores en el fondo del precipicio. Quizá algún día esos demonios bajen de las inexpugnables murallas, quizá se paseen y se apiaden de los que habitan bajo sus pies, pero honestamente es muy poco probable, se mantienen hasta el día de hoy como una cuidadosa oligarquía, solo expulsan de vez en cuando a los que terminan su turno de guardia y lo envían al pozo hasta que se ideé una forma que le permita volver a escalar a la cima del muro.
Quizá un día se levanten todos de esas tumbas, quizá los que vinieron del Estigia un día añoren sus terrenos fangosos y se regresen a ese lugar, todo eso quizá podría pasar, afortunadamente soñar no cuesta, quizá dormimos tanto con la esperanza de vivir eternamente en ese dulce sueño. Las palabras faltan para expresar lo que sucede, mil llantos se escuchan en el valle de Dite, pero nadie los escucha, mil tumbas se excavan, pero nadie las ve, todas se encuentran en llamas, pero parece que nadie se quema, es surreal lo que sucede en esta ciudad infernal, la imaginación no se ve capaz de alcanzar lo que la realidad va generando, la ciudad de Dite se libra de las letras para cimentarse en concreto.
Finalizo adelantándome unos cuantos cientos de años dejando atrás al florentino para trasladarme a Inglaterra, modifico el ultimo verso de una canción que surgió en ese reino para que quede así:Ni todos los caballos ni todos los hombres del Reypudieron a Dite recomponer.