Las aspiraciones de nuestros niños y jóvenes han cambiado radicalmente porque nuestra sociedad también lo ha hecho, entonces no es de extrañarnos la información compartida por la plataforma Remitly que hizo una investigación sobre los trabajos de ensueño alrededor del mundo donde México aparece con la aspiración predominante de ser Youtuber, y es que las tecnologías de la comunicación han hecho que nuestros niños estén más expuestos a otros modelos  de vida y los youtubers son parte de su vida cotidiana, aunque muchas veces el contenido que comparten es de mínimo o nulo  aporte para su formación e inteligencia; pero como muchos papás les sueltan el teléfono para que se entretengan y para ponerles orden y silencio pues entonces (tristemente) vemos niños en convivencias familiares, en las mesas de los  restaurantes, en parques o plazas comerciales e incluso en las mismas salas de sus casas pegados a esa pequeña pantallita que muchas de las veces contribuiría más si se le  mantuviera más horas  apagada y alejada de los niños.

La plataforma Remitly no hurgó en la otra tendencia que cada vez toma más fuerza entre los sueños y aspiraciones de muchos niños y adolescentes mexicanos: la de ser narco. Los maestros hemos escuchado más de alguna vez cómo nuestros estudiantes desean ser eso porque quieren ser ricos, tener poder, camionetas de lujo, ser temidos y amados a la vez. Esto lo ven en redes sociales sí, pero también lo ven en su realidad más directa, su comunidad, y entonces oyen historias de sus adultos cercanos refiriendo las proezas de amigos o conocidos que se dedican a eso; además, los cárteles se han venido apropiando de comunidades completas y gobiernan y deciden el futuro de integrantes y negocios de las mismas. 

Un ejemplo del poder y presencia de estos tipos de personajes es el comando armado  que se autograbó un video mientras hacían acto de presencia en el jardín de la comunidad de Rincón de López, en Armería, Colima. Son hombres que cargan armas de alto calibre y tranquilamente y con orgullo se dispersan en todo el jardín sembrando miedo. Y es que ante esas circunstancias ¿qué otra cosa se puede sentir sino miedo? Lo peor es que la comunidad sabe quiénes son porque estos tipos no se molestan ni en cubrirse los rostros porque en su comunidad, por miedo o por respeto, no se les enfrenta ya que  saben que contra ellos, nada, ni nadie. Entonces, muchos niños y jóvenes de comunidades como estas  crecen idolatrando a estos “poderosos” que han venido a suplantar a los superhéroes de antaño.

En la investigación que hace Remitly aparecen otras  opciones de trabajo de ensueño con mayor popularidad en el mundo (no en México) y estas son: piloto, escritor y bailarina. Si nos preguntamos por qué en México estas opciones no fueron populares  la respuesta es fácil: ser piloto es una carrera muy  muy cara por lo que no es accesible para las grandes mayorías que conformamos este país. Ser escritor no es primera opción porque los caminos para ello tienen que estar construidos por libros y lecturas y en nuestras escuelas no hay bibliotecas, ni en nuestras colonias, ni en nuestros municipios y las que existen en nuestras capitales de Estado son obsoletas y raquíticas. Además, ser escritor no es valorado muchas veces ni por las familias que suelen tener bajas expectativas sobre esta profesión, al contrario que en otros países  donde ser escritor es altamente valorado. ¿Y ser bailarina? pues ya casi ni en los cuentos infantiles porque la imagen de las niñas tiernas, con tutús, mallas y zapatillas de ballet quedó en la imaginación de viejas generaciones. Las niñas de ayer que quisieron ser bailarinas ya crecieron y si lo lograron se encontraron con la desastrosa realidad de las pocas oportunidades de trabajo, de los malos sueldos  y del desprestigio a su profesión. 

Mientras el mayor divertimento siga siendo el Facebook, el Instagram, el Snapchat y demás redes sociales, mientras la lectura no sea fundamental y acto cotidiano en nuestras sociedades, mientras los cárteles y sus corridos tumbados sigan rigiendo nuestras comunidades, mientras nuestros niños sigan queriendo ser youtubers o narcos, seguiremos destinados a la degradación social que tantos males y dolores  causa.

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