AL PRESIDENTE López Obrador y Morena se les está haciendo bolas el engrudo en el caso de la desaparición y muerte de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. En su afán por “construir” una “nueva verdad histórica”, el gobierno de Morena ha avanzado muy poco en casi cuatro años por su falta de capacidad para construir y sin la calidad moral para hacerlo. Sólo basta recordar que el principal responsable de esta masacre, el alcalde de Iguala, del PRD -antecedente de Morena-, fue impuesto como candidato por el entonces dirigente nacional perredista, Andrés Manuel López Obrador, a pesar de que le advirtieron que este perredista tenía vínculos con el crimen organizado. Desde el 2018, Morena y Amlo ya no tienen motivaciones políticas para sacar jugo político-electoral al asunto, como en su tiempo lo hicieron, para dañar al PRI y al gobierno priísta de EPN, aunque terminaron también por dañar la imagen de México. Ahora, el problema de los morenistas es que tienen facilidad para ser destructivos y enajenar la mente de los mexicanos, pero incapacidad para construir y avanzar. Lo único a su favor es que aprehendieron al autor de la verdad histórica y ex procurador general de la república, quien seguramente pasará información muy valiosa a cambio de algún beneficio en su proceso penal, para armar la “nueva verdad histórica”. 

POR LO demás, hay que decir que el grupo de los padres de los estudiantes fue un movimiento que los mismos perredistas -que ahora están en Morena- promovieron y alentaron para desacreditar a los priístas; sin embargo, ahora no han podido controlar a esos padres, como lo esperaban, y como bumerang se les empieza a regresar ante la falta de resultados de la investigación morenista. En este contexto, López Obrador intentó hace dos años acabar con el movimiento afirmando que lo de Ayotzipana no había sido un crimen de Estado. El propósito era que los padres de familia no le reclamaran a su gobierno por la desaparición y muerte de sus hijos. Sin embargo, ahora surgió un nuevo elemento que realimentó de nuevo al movimiento: sí participaron elementos del Ejército en la desaparición de los estudiantes, por lo que, contrario a lo que afirmó el presidente, sí pudo ser un crimen de Estado.  

LO QUE dijo hace unos días el rector de la UdeC, Christian Torres Ortiz Zermeño, resulta muy alentador y confirma la credibilidad y la confianza que tienen los colimenses hacia la institución, ratificando a la UdeC como la Máxima Casa de Estudios. Y es que, en el marco de la celebración de los 82 años de la fundación de la UdeC, el rector ponderó que este año, pese a que aún no termina la pandemia, la Universidad registra la matrícula más alta en su historia con 29 mil 042 estudiantes. El dato que tiene Colima -dijo- en el último censo es de 739 mil habitantes, por lo que “estamos hablando de una universidad formalmente estatal, pero materialmente regional porque hay estudiantes de Jalisco, Michoacán, Nayarit y Guanajuato que están estudiando en la Universidad de Colima”. Y sí: la UdeC es una fortaleza del estado de Colima. 

A PROPÓSITO, el catedrático de la Universidad de Colima, Raymundo Padilla Lozoya, dijo algo muy importante: ante la recurrencia de temblores de gran magnitud en Colima, la población y sus autoridades deben entender la importancia de un trabajo preventivo, para pasar de un esquema de atención de la emergencia y los daños a uno de gestión de riesgos. Estableció atinadamente que, con una reglamentación adecuada y la vigilancia de las autoridades, se evitarían pérdidas humanas durante los desastres. El maestro universitario señaló que tal visión permitirá reducir las posibilidades de que se presenten daños, y “esto sólo se logra trabajando mucho en la prevención, con obras más vigiladas y actualizando los reglamentos de protección civil”. Al respecto, subrayó que en el estado de Colima no existe un Reglamento Estatal de Protección Civil; “en tanto que algunos municipios que sí lo tienen, ya está obsoleto y debe actualizarse”. ¿Tomarían nota en el gobierno del estado y en los ayuntamientos? 

ANTES DE que ocurriera el sismo oscilatorio del 19 de septiembre, el secretario de Educación, Adolfo Núñez González, había dado una buena noticia para maestros y sociedad en general: Luego de una semana del inicio de clases en el nivel básico, se tiene una recuperación y mejora en el registro de inscripciones para el ciclo escolar 2022-2023, siendo la secundaria donde más se percibe ese aspecto. “Regresan los niños, algunos que estaban por ahí un poquito desbalagados, un poquito perdidos. Ya regresaron, haciendo lo propio padres de familia, maestras, maestros, ya tenemos afortunadamente un progreso en el número de gentes que están llegando nuevamente a la escuela”, señaló. En una entrevista, el maestro detalló que la cifra de ausencias comenzó con cerca de 8 mil alumnos que no se habían inscrito, pero hasta el momento se tiene una ganancia de 3 mil estudiantes que ya regresaron al actual curso. Será difícil, pero hay que ir por el resto de esos alumnos. 

POR LO que se puede ver, el grupo que se apoderó del Sindicato de la Secretaría de Salud desde hace 17 años y que comanda Dolores González Meza es apoyado de nuevo por esas fuerzas oscuras del PRI con el fin de utilizarlo políticamente en contra del gobierno de Indira Vizcaíno y, al mismo tiempo, para proteger las espaldas de la actual dirigente sindical que está siendo señalada como responsable de irregularidades que habría cometido contra la institución y, sobre todo, contra los mismos trabajadores sindicalizados. En este sentido, en los corrillos de la Secretaría de Salud se sigue escuchando que dicho grupo que encabeza Lola ha realizado la venta de contratos y de bases, así como la promoción de escalafones arreglados para dar el rango o nivel del puesto de trabajo a quienes ellos seleccionan, no a los trabajadores que tienen más antigüedad, sin olvidar que además atentaron contra la jubilación digna de los trabajadores al aprobar en el FAS un aumento del 100 % de la cuota mínima (de 50 a 100 pesos), sin el quórum legal correspondiente, entre otros sucios manejos. 

ANECDÓTICO. Creo que fue en 1983 o 1984, cuando tuvimos la oportunidad de ascender junto con el España a la máxima categoría del futbol amateur: la primera división. Ese año tuvimos que enfrentar en la liguilla del futbol de primera fuerza ni más ni menos al Mopes de Quesería, el equipo superfavorito para ser el campeón y ascender a la primera amateur. La liguilla se realizó en la cancha militar Vadillo Bizarra, y contra todos los pronósticos y ante unas gradas llenas de aficionados de ambos equipos, derrotamos al equipo de Quesería con un categórico 3-0, aunque tuvimos la pérdida de uno de nuestros mejores jugadores, Humberto Díaz Ochoa, quien resultó fracturado de la tibia y peroné en un encontronazo con otro jugador mope. Simplemente jugamos como nunca y logramos lo que era impensable: ganarle al equipo de Miguel Ángel “Chato” Salinas, el goleador de la temporada y estrella del equipo cañero. Al final terminamos empatados con Mopes en puntos en el primer lugar del grupo, pero éstos quedaron en el puesto 1 por la mejor diferencia de goles, de ahí que nos mandaron jugar contra el segundo lugar del otro grupo, Comala, porque el Imperio, que había terminado primero en ese grupo, no podía ascender porque ya tenía equipo en la primera amateur. Derrotamos 1-0 a los comaltecos y nos dieron por ascendidos a la primera amateur. Sin embargo, Comala protestó en la mesa alegando que no podían ascender dos equipos de un mismo grupo. Y le dieron la razón, por lo que el España no ascendió. Después nos enteramos que esto ya lo sabía el delegado de nuestro equipo y no dijo nada, lo que hizo sospechar de que hubo un arreglo económico con el Mopes. Legalmente, debimos haber jugado un partido extra de desempate con Mopes, pero no ocurrió por esa presunta transa.