Desde que la Gobernadora Altozano comenzó a ejercer –en mala hora— el poder en Colima, de inmediato se pudo comprobar que el cinismo y la hipocresía, entre otros vicios, serían sus características más notables. Las recientes declaraciones hechas sobre el tema de la revocación de mandato, aprobada por la entreguista LX Legislatura local, en el sentido de que no está entre sus planes vetar el dictamen sobre esa figura legal, tras reconocer que los diputados “tienen la autonomía de aprobar lo que consideren conveniente para la entidad”, es la mejor prueba de lo señalado.

Mayor cinismo no podría haber tenido Indira Vizcaíno Silva, al salir con la payasada de “respetar” a unos sumisos diputados que aprobaron lo que ella considera “conveniente para la entidad”, cuando bien sabe que lo que hicieron sus vasallos fue anular la revocación de mandato en el presente sexenio, es decir, lo que le conviene a ella, no al sufrido y generoso estado de Colima: el hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre.

Así, ya con todo el aparato echado a funcionar para que la figura no sea aplicada durante su infausto sexenio, claro que ya nada le preocupa a esa mala mujer. ¿Por qué no va a vetar la Indi la aprobación de revocación de mandato que hizo el Congreso del Estado? Sencillo: porque tramposa y cobardemente, los legisladores locales de Morena, PT, Panal y MC maniobraron para que esa figura legal sólo se aplique hasta el siguiente sexenio, no en el actual, poniendo por completo a salvo a su jefa. ¿Por qué? Sabedores en el oficialismo que el indirato es rechazado por un alto porcentaje de colimenses, entre los que se han desilusionado rápidamente y los que nunca le tuvieron confianza, en una revocación de mandato no se podría sostener ni un segundo después de terminado ese ejercicio.

Las falacias esgrimidas por la mayoría en el Congreso local, con la voz cantante del impresentable diputado Armando Reyna Magaña, hacen notar dos razones por las cuales no se puede aplicar la revocación de mandato en el gobierno de Indira: por un lado, porque no hay dinero para llevar a cabo un ejercicio democrático al que sí se le dio amplia difusión cuando amlo y sus secuaces eran los interesados en promoverlo; por el otro, porque la ley no es retroactiva, queriendo hacer creer que la aprobación de la misma se hizo en la presente administración, cuando no es así, pues está aprobada desde el 2019.

Quedó perfectamente explicado en la imprescindible columna Xpress´o de ayer lunes que el falaz argumento de la falta de dinero nunca se invocó en las tres elecciones extraordinarias que ha vivido Colima encerca de 20 años, pues en todos los casos se llevaron a cabo, muy a pesar de las maltrechas finanzas públicas. ¿Por qué la mala situación financiera del Gobierno del Estado impediría que hubiera una revocación de mandato a la mitad del nefasto sexenio del indirato? La patraña apenas está sostenida con alfileres. El argumento oficioso del indirato asegura que la ley no puede aplicarse de manera retroactiva en perjuicio de alguien, que en este caso es la gobernadora.

No es así: ese instrumento constitucional ya estaba considerado desde el gobierno de Nachito Peralta Sánchez, es decir, cuando en ese momento Indira apenas soñaba con ser la gobernadora de Colima. Lo que hacía falta era armonizar la legislación, algo prometido por los diputados morenacos y sus aliados desde hace algunas semanas. Como sea, la ley ya estaba desde antes; por lo tanto, es falso el argumento de que no procede en el sexenio de Indira Vizcaíno.

Claro, cuando los diputados afines a la oriunda de Tijuana se dieron cuenta que el de ella es un caso totalmente perdido (nada más hay que echarle un ojo a las encuestas mensuales de Mitofski), los tribunos maniobraron para salvarle el pellejo a la mala mujer. Por supuesto, eso no la pone a salvo: mediante consulta ciudadana, con un 3 por ciento de firmas de personas registrados en el padrón electoral del INE, los colimenses pueden hacer valer sus derechos para que se aplique la figura de revocación de mandato en el estado, a pesar de las maniobras para tratar de evitarla a toda costa.

Evidentemente, amlo tenía plena seguridad que, al someterse a la revocación de mandato, no corría ningún peligro, pues ni siquiera era vinculatoria, de tal suerte que, con los resultados que hubiera, no le pasaría nada. Por esa razón, al citado ejercicio constitucional se le dio vuelo, lo que hizo que gobernadores de Morena violaran alegremente las leyes electorales, paquete en el que entra la de Colima. Hoy, sin embargo, vemos que la cobarde, temerosa, rajona, medrosa y gallina que está al frente del Poder Ejecutivo no se atreve a someterse al mismo ejercicio, pues sabe muy que sería echada a patadas del cargo al que accedió a la mala.

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