El presidente acaba de firmar un decreto mediante el cual prohíbe la venta y distribución de cigarrillos electrónicos y vapeadores en el territorio nacional, debemos también de recordar que el congreso de la unión ya había prohibido con anterioridad la importación y exportación de dichos productos. La medida en cuestión se ha llevado a cabo con el objetivo de reducir el consumo de tabaco en especial en menores de edad, sin embargo la esta puede considerarse extrema y errónea, al menos desde mi perspectiva.
Sí es cierto que estos aparatos pueden contener más nicotina y otros ingredientes dañinos a la salud pero si nos enfocamos en ese punto llega la pregunta de por qué no se prohíbe también la comercialización de los cigarrillos convencionales, puros y demás productos del tabaco, además la Suprema Corte ya se había pronunciado sobre el tema considerando que es inconstitucional una prohibición total sobre la distribución de dichos objetos. Conociendo este punto nos podemos cuestionar sobre si no sería mejor el regularizar estos productos para que al menos haya un control mayor sobre su venta y los ingredientes que los componen.
Quizá hubo presión por parte de la industria del tabaco o quizá se buscó implementar esta medida para aumentar la alta popularidad presidencial aunque esto significa afectar el trabajo de muchos pequeños y medianos comerciantes que se mantienen de la venta de esos aparatos y si nos vamos al argumento moral pues también se debería considerar inmoral el comercio de alcohol que causa también afectaciones a la salud y a la sociedad, en general sustancias adictivas y dañinas legales hay muchas.
Las medidas de prohibición a mi parecer tienen un efecto negativo sobre la población, tanto el alcohol como el tabaco se encuentran prohibido para los menores de edad y esto no impide que lo consuman a mansalva, claramente el postulado de «prohibido prohibir» no es nada más que un par de palabras vacías y se apuesta a la prohibición son importar las repercusiones negativas que tenga, recordemos que incluso en los lugares donde el aborto estaba prohibido este aún se practicaba y con una considerable tasa de mortalidad.
La criminalización de estos productos podrá llevar a un lucrativo y peligroso mercado negro que se encuentre fuera de toda regulación tal como en el caso de las drogas, las cuales recordemos la promesa de la legalización de algunas sigue sin llevarse a cabo; mientras que este tipo de prohibiciones nos conducen a un planteamiento de seguridad violento, el enfoque al problema de los productos dañinos como uno de salud pública ha mostrado tener mejores resultados tal como el caso de Portugal, dicho país hace más de veinte años que despenalizó el consumo y la portación de un máximo de diez dosis de varias sustancia ilícitas, esto ha logrado una reducción de consumo de cocaína y heroína en la población. Otro país que está llevando a cabo medidas similares es Canadá quien acaba de iniciar un programa piloto de despenalización en el consumo de drogas en la provincia de British Columbia por tres años, esperemos a ver los resultados que arroja.
Mantengámonos con este enfoque que claramente no ha servido, propiciemos un comercio negro que solo favorece a poderes facticos paralelos al Estado, abonemos al crecimiento de la corrupción y sigamos con la hipocresía de prohibir ciertos productos mientras nos hacemos de la vista gorda con otros, hay que seguir así, total ya estamos acostumbrados.