Cómo cambian las cosas, Atlas tardó 70 años en conseguir su segundo título, fue una espera cansada. Hace seis meses acabó el maleficio y ahora están a las puertas de otra final. El campeón alcanzó su mejor forma en el momento perfecto. Tigres no pudo ni rasguñarlos.

El 3-0 luce lapidario, es cierto que los universitarios tienen de su lado la posición en la tabla general y el peso del Volcán, pero el juego parece estar decidido. Los Zorros dejaron encaminada la serie para colarse al último juego y tener la posibilidad de ganar el bicampeonato. Aunque usted no lo crea. Eso era imposible años atrás, pero es cierto.

El juego fue como se pronosticó, tenso, equilibrado mucho tiempo. Enfrente estuvieron dos clubes sólidos, que saben a qué juegan, sobre todo Atlas, los jugadores rojinegros pueden tener los ojos vendados y saben la posición de sus compañeros. Los Zorros siempre hacen lo mismo, el balón pasa por Aldo Rocha, luego le llega a Julián Quiñones, el colombiano desequilibra y se abren los huecos para Julio Furch. La fórmula se repite, pero pocos pueden hacerle frente.

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