En toda la historia de México los mexicanos no habíamos tenido al peor presidente de cuantos le antecedieron, a pesar de que los ha habido traidores a la patria, los auténticos ladrones, frívolos, irresponsables, pendejos, mesiánicos, mazorqueros, criminales, autócratas, mentirosos, populistas, perversos, ignorantes; en fin, que ha habido de todo, pero nunca nos imaginamos que en uno solo se juntara lo peor de los vicios humanos que pudo haber de los anteriores, como ocurre con amlo, el pigmeo presidente de origen tabasqueño.

Los mexicanos de bien, no los chairos croqueteros que hasta le aplaudirían con las nalgas si carecieran de manos para hacerlo, nos hemos dado perfecta cuenta del farsante que es el inquilino de Palacio Nacional, pues no ha hecho nada de lo que ofreció en sus diferentes campañas presidenciales, sino exactamente todo lo contrario, de ahí que el país esté hundido en los temas habidos y por haber; por ejemplo, en economía, en inseguridad, en impunidad, en educación, en salud, en ecología, etcétera.

La pandemia se manejó de la peor forma posible, pero el cínico vejete tuvo el descaro de decir que le había caído como anillo al dedo. Para el efecto, con su absoluta irresponsabilidad, ya en plena crisis sanitaria por el virus, pedía a la gente que saliera a la calle, se abrazara y se besara, además de acudir a comer tlayudas; más aún, su sistema de defensa que presumía, propio de la Edad Media, eran estampitas de detente, tréboles de cuatro hojas y billetes de dos dólares, es decir, anticientífico y oscurantista a morir. No hay un cálculo para saber cuántos murieron por la irresponsabilidad del viejo asno, pero sin duda son muchos y sus familiares se lo deben agradecer a él por enfrentar una crisis sanitaria con mitos medievales. Los crímenes de lesa humanidad, como los cometidos por él y por el asesino López Gatell, tarde o temprano tendrán que pagarlos ambos en alguna corte internacional, si no es que los alcanza antes el largo brazo de la ley de México.

Ese día será el más luminoso de sus vidas para millones –me cuento entre ellos— que han tenido que padecer al anciano demente. El crecimiento de la economía está a menos de cero, cuando aseguraba que andaría por los 6 puntos como mínimo. Claro, al no poder lograr su objetivo, se conformó con medir la economía ¡con bienestar!, una pendejez gigantesca que sólo a un loco con iniciativa se le podría ocurrir. Por supuesto, en educación no estamos mejor: la rateraza Delfina Gómez, mandamás de la SEP, salió con la vacilada de pretender desaparecer los grados escolares y sustituirlos por una ocurrencia, como todo lo que proponen los cuatroteros.

En obras faraónicas e inviables se ha tirado dinero a la basura, aunque se hace el austero con un derroche incalculable. Sólo con un tipo como el macuspano se van a pagar miles de millones por un aeropuerto que no se construyó, al tiempo que en el que sí se construyó no se paran ni las moscas, pero salió carísimo. La obsoleta refinería de Dos Bocas y el antiecológico Tren Maya, que completan el cuadro del dispendio criminal, serán obras mucho más costosas de lo ya programado, pero de los negociazos saldrán horneadas de nuevos ricos al amparo de la corrupción.

Sin embargo, tuvo que ser un expresidente gringo, dizque su amigo muy querido, el que lo exhibiera como el vendepatrias que es, durante un mitin, donde Trump dijo que dobló a amlo, lo que en versión mexicana se podría interpretar como que se la metió doblada y que adentro se la desdobló. Obvio: ese lenguaje vulgar no le gusta al viejón, siempre y cuando venga de sus opositores, pues viniendo de los suyos, no hay pedo en el ejido de El Pelillo. Así, si lo dice la Denisse Dresser, está mal; si lo dice Paco Ignacio la Morsa Gachupina Taino II, está requetebién.

La fascista 4T, con su brazo armado que es Morena, ha desatado una brutal campaña en contra de los diputados federales que votaron en contra de la Ley Bartlett, a los que se acusa de “traidores a la patria” por haber dejado en ridículo el gobierno del tabasqueño, al que no le ajustaron los incondicionales para que le pasaran su engendro de reforma sin quitarle ni una coma –como le gusta al dictador bananero—; sin embargo, ya vemos quién es en realidad el verdadero traidor a la patria: el que se dobló ante el imperio gringo, encuerado nada menos que por el propio Trump, al que el cobarde amlo le tiene afecto, pese a todo.

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1Bibiano Moreno

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