La frase del célebre florentino Nicolás Maquiavelo, “divide y vencerás”, ni siquiera cuenta para ponerla en práctica en el equipo de poder que se concentra alrededor del indirato, pues el sabio consejo del genio renacentista es el de aplicarlo alguien de afuera que busca debilitar a los que están adentro, que en este caso es el chiquigabinete de 50 pesos que encabeza la #GobernadoraAltozano.

Bueno, no es necesario que alguien de fuera venga para dividirlos, pues entre ellos mismos ya están divididos desde el principio. El área de comunicación social, muy sensible en los tiempos que corren por lo que se da a conocer a través de las redes sociales –los periódicos ya valen madre— acerca de un gobierno fallido y mezquino que no siente empatía alguna por sus supuestos gobernados, dista mucho de estar lo cohesionada que se requiere para dar un mejor resultado en un renglón que es fundamental.

Sin embargo, lejos de que haya armonía entre comunicadores oficiales, por lo menos existen dos grupos cuyas diferencias parecen ser irreconciliables y que, al final, al único al que están perjudicando es al propio indirato. Los dos grupos de comunicación social se dividen, por un lado, entre los que son encabezados por el locutor Miguel Ángel Vargas, sujeto que disfrutó en la anterior administración, al mismo tiempo que se subía alegremente al carro de Morena y al de su entonces candidata a la gubernatura del estado; por el otro, el del periodista Adalberto Carvajal Berber, que se encuentra en franca desventaja en la medición de fuerzas frente al otro, que goza de mayor poder de decisión de manera mucho más efectiva, al convertirse, incluso, en el vocero del vocero para los temas de seguridad, a cargo del siniestro Gustavo Adrián Joya.

Es claro que cada quién tiene a su propio grupo, por lo que en uno no se permite que el otro meta las narices en su terreno. Así, aunque el director de comunicación social del Gobierno del Estado, Alejandro Carvajal Berber, se sintió muy sabroso al principio e hizo creer que él era el que tenía vara alta en el Instituto Colimense de Radio y Televisión, no pudo meter como director del oficial Canal 12 a un hijo del desaparecido Jorge Humberto Silva Ochoa, que pertenece al grupo de los hermanos Karamazov locales.

Fue, en efecto, Miguel Ángel Vargas el que les dio el frenazo en esa área de suma importancia para la comunicación. Así, mientras adquiere mayor presencia en los medios, en su calidad de vocero del vocero, Miguel Ángel Vargas gana terreno dentro del indirato, en tanto que a Adalberto Carvajal lo único que le queda es lamentarse que lo ningunean y lo hacen a un lado, pues su grupo, salvo el cargo de su hermano Alejandro (sin que haya un nombramiento oficial a la fecha, pues todo ha sido de palabra), se ha quedado con las manos vacías y su fraterno menor sólo ha quedado en calidad de un inútil florero al que nadie toma en cuenta para nada. Vistas como están las cosas, uno podría suponer que van ganando terreno los radicales del indirato en materia de comunicación social, que en este caso sería el grupo que encabeza Miguel Ángel Vargas, pero no es así: los duros son los del lado de Adalberto Carvajal; al menos, por su forma de descalificar muy a la ligera a los que permanentemente hemos estado en contra de los cuatroteros sin variar un ápice en nuestra línea periodística trazada desde mucho antes de que arribaran al poder en 2018 y en 2021, respectivamente.

A Adalberto Carvajal se le olvida que él mismo fue víctima exactamente de lo mismo por lo que ahora descalifica a los que estamos contra su patrona, pues Fernando el Nene Moreno Peña, en su oportunidad, le negaba capacidad para actuar por su propia cuenta como periodista, tratando de hacer creer que era otro el que estaba atrás de lo que escribía en contra del exgobernador del estado.

Algo similar llegó a divulgar en mi contra el consigliere del enanín, Miguel Guadalupe el Anzueleado Acosta Vargas, atribuyendo la autoría de mis columnas al finado Topiltzin Ochoa Cervantes. El mismo Anzueleado se jactaba de ser autor de los textos de FMP, quien nunca –él sí— aprendió a escribir. Salvo que lo trajera por medio de una Quija o lo invoque en sesiones espiritistas, a mi compadre Topiltzin difícilmente se le podría achacar la autoría de mis columnas desde hace alrededor de 12 años, que es cuando murió. Pero ahora, en la misma línea del chaparro infernal y del Anzueleado, Adalberto Carvajal ve titiriteros que manejan los hilos de los que, como el autor de esta columna de culto, atacan a la Gobernadora Altozano y a su papito querido, el gobernador de facto, Arnoldo Vizcaíno Rodríguez, cuatroteros a los que se unió ese periodista mucho antes de que tuvieran algún poder y que, sin embargo, no se ha visto reflejado en términos monetarios y de influencia.

2Bibiano Moreno y 1 persona más

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here