Hace unos días, el miércoles 10 de febrero, se conmemoró el 71 aniversario del natalicio de Luis Donaldo Colosio Murrieta, aquel hombre nacido en 1950 en Magdalena de Kino (Sonora), quien estaba predestinado a ser un político de altos vuelos, con una visión vanguardista del país, producto de su formación académica e ideológica al interior del Partido Revolucionario Institucional.
Recorrió prácticamente toda la ruta que lo encaminaba a la Presidencia de la República: fue Diputado Federal, Senador, Presidente Nacional del PRI y primer titular de una Secretaría de Desarrollo Social que parecía haberle sido creada como traje a la medida, para desde Sedesol desplegar un intenso activismo político en todo el territorio mexicano, mediante diversos programas sociales que llegaban abundantemente a las clases medias y sectores más desprotegidos.
Y así fue: a la vieja usanza de aquel PRI compacto y disciplinado que se cuadraba a las decisiones todopoderosas del “primer priísta del país” -el presidente en turno-, Colosio fue ungido por el entonces mandatario Carlos Salinas de Gortari como el abanderado del tricolor a la primera magistratura del país, decisión que no fue bien recibida por quienes se sentían merecedores de esa candidatura, que por aquellos tiempos era sinónimo del triunfo. La elección era más bien un trámite.
Y Luis Donaldo empezó su campaña rumbo a la presidencia de una manera tibia -gris, señalaban los analista de la época- lo que provocó diversos rumores y especulaciones, entre ellos que sería sustituido como candidato del PRI, lo que no ocurrió y el sonorense siguió sus recorridos por todo el país, hasta llegar a aquel fatídico mitin del 23 de marzo de 1994 en la colonia “Lomas Taurinas” de Tijuana, donde se perpetró el homicidio que, sin duda alguna, cambio el curso de la Historia de México.
Lo que ocurrió ese día y en los años posteriores, está más que hablado y analizado
EL ÚLTIMO CUMPLEAÑOS
Pero me regreso al tema de origen, la efeméride del 10 de febrero y particularmente la de ese año 1994, en lo que fue el último cumpleaños de Colosio (44), que por cierto el abanderado priísta celebró en nuestro estado de Colima.
Por ese tiempo, su servidor trabajaba como Jefe de Deportes en ECOS de la COSTA y por las noches formaba parte del programa radiofónico “Desvestidor Deportivo” junto con mis compañeros Ramón ‘Güero’ Vázquez y Francisco ‘Caballero’ Virgen.
Siendo del gremio de reporteros deportivos, nada tenía que hacer yo en los eventos de la campaña política de Colosio en Colima, sin embargo con la inquietud periodística que siempre he tenido, me propuse asistir a los eventos que el candidato del PRI tendría en su cumpleaños por Colima… y así lo hice.
Sin el gafete de acreditación que evidentemente estaba muy restringido y limitado sólo a los reporteros de la fuente política, me planté a las afuera del hoy desaparecido Hotel Villas del Rey (entre Los Candiles y el María Isabel), donde Colosio tendría un desayuno con los propietarios de todos los medios de comunicación en nuestra entidad: en ese tiempo periódicos, canales de televisión y estaciones de radio (no había portales digitales de noticias, como en la actualidad).
Obviamente yo no tenía invitación a ese selecto desayuno, sin embargo el haber trabajado años antes como “office boy” (mandadero y maletero) en ese hotel, me permitió ingresar a través de una amiga trabajadora que me hizo pasar como su hijo frente a los agentes del Estado Mayor Presidencial que cuidaban a Colosio. Y así, como Pedro por su casa, me pasé hasta la puerta del amplio Salón Georgetown, donde ya estaban muy puntuales todos los dueños y directores generales.
La indicación precisa era estar puntualmente a las 8:30 a.m. para iniciar el desayuno a las 9 de la mañana. Por supuesto que la mayoría de los cerca de 40 invitados habían llegado con antelación, algunos desde las ocho. Pasaban los minutos en amena charla y la espera se prolongaba, pues se hicieron las nueve, 9:30, luego las diez y de Colosio ni sus luces.
La algarabía entre los asistentes dio paso a la incertidumbre, luego al hastío y más tarde a la molestia, cuando alguien filtró la información a los dueños de los medios, que Colosio se encontraba en las oficinas del Diario de Colima (que por aquellos años aún tenía su sede por Gabino Barreda, creo que era el número 119).
Don Héctor Sánchez de la Madrid, con el agudo sentido periodístico que le caracteriza, les había hecho una jugada maestra a los demás propietarios de medios, al lograr que Colosio fuera hasta las instalaciones de su periódico, donde obtuvo la entrevista exclusiva que todo buen periodista busca y consigue.
Al saberlo, varios de los asistentes, se levantaron encabronados y comenzaron a abandonar el Salón Georgetown con la idea de “reventar” la reunión e irse de Villas del Rey, pero justo en ese momento arribó Colosio a bordo de una camioneta Blazer azul marino que el mismo iba manejando.
Muchos de los convidados se fueron a pesar de que el candidato iba llegando y eso molestó sobremanera a Colosio, pues su equipo le había dicho que aquella visita al Diario estaba en la agenda y no causaría problemas. Evidentemente no había sido así.
LA ENTREVISTA SOÑADA
Con la mandíbula trabada del coraje, Colosio caminaba de prisa los más de 100 metros desde el salón de eventos hasta la salida del Villa del Rey, envuelto por una treintena de reporteros, muchos de ellos enviados especiales y corresponsales nacionales adscritos a su campaña, que le hacían un sinfín de preguntas que el candidato no respondía, molesto por lo ocurrido.
Ahí entre todos los reporteros, sin gafete, me escabullí hasta la primera línea, sólo “armado” con mi grabadora y le lancé una sola pregunta (recuerdo que todos le decían licenciado o candidato), y pensando rápido le hable de tú: “Donaldo, cuando seas Presidente ¿cuál será tu prioridad en el deporte y la juventud?”.
Grande fue mi sorpresa, cuando tras escuchar la pregunta, Colosio se detuvo a medio camino, bajo unos frondosos mangos y sobre los ladrillos rojos que caracterizaban los andenes del Villa del Rey, y haciendo alto en el camino respondió de buena gana la pregunta que YO le hice.
El sonorense habló de la importancia de masificar el deporte desde la niñez, la adolescencia y juventud hasta las personas de edad avanzada, de constituir ligas estudiantiles y universitarias, de construir muchos espacios deportivos y recreativos y rescatar de las drogas a la juventud, entre otros temas. Evidentemente fue la nota principal en el ECOS de la COSTA y varios periódicos nacionales replicaron esa información.
Luego se fue a la Universidad de Colima, donde ya de mejor semblante, Colosio se sorprendió realmente cuando miles de estudiantes universitarios le cantaron al unísono “las mañanitas” justo cuando llegó a la explanada, donde dirigió un buen discurso, y cuando lo terminó saludó no a docenas, sino a centenares de personas que se le acercaron a saludarlo.
Fue anecdótico aquel grito que alguien le lanzó cuando se retiraba del campus central, así literalmente le dijeron: “Colosio, chíngate una tuba”, y el candidato hizo una pausa, le sirvieron la tuba compuesta, la degustó y se fue. Fue ese el último cumpleaños de su vida, que lo pasó en Colima.
MI CASTIGO SERÁ SU PERDÓN
Han pasado 27 largos años desde aquel infausto 1994 en que Colosio fue asesinado, y que ocho meses después, el 18 de noviembre de ese mismo año, también murió -de cáncer- su esposa Diana Laura Riojas, dejando en la orfandad a dos pequeños: Luis Donaldo de 9 años y Mariana, una bebé de apenas un año de edad.
Aquel niño triste y desvalido se ha convertido en un hombre hecho y derecho de 36 años, con sólida formación académica y profesional, que lejos de guardar rencores o rumiar amargura, ve nuestro presente y futuro como en su momento lo vio su padre, con la oportunidad de hacer algo importante por México y la población mexicana.
Colosio Hijo es Diputado local -con licencia- y ahora va por la Presidencia Municipal de Monterrey, cuando todo parecía indicar que sería el candidato de Movimiento Ciudadano a la Gubernatura de Nuevo León, que finalmente recaerá en ese chivo en cristalería que es un senador de nombre Samuel García Sepúlveda, que tiro por viaje la riega con cada declaración que hace, ya sea por las croquetas para niños de un albergue, por su exhaustiva jornada de trabajo de 11 de la mañana a 4 de la tarde, o de los “suelditos” de 50 mil pesos, además de los tenis “fosfo fosfo” de su esposa, a quien le impide que muestre las piernas.
Luis Donaldo Colosio Riojas se apersonó por primera vez ante el busto a su padre en Lomas Taurinas donde fue ejecutado, y ahí, acompañado sólo por el recuerdo de su padre y el celular con que grabó su mensaje, dijo que el castigo al o los asesinos de su padre será su perdón:
“Perdono a los que arrebataron la vida a mi padre a fin de dejar atrás el pasado y llamo a la reconciliación nacional”, y agregó: “en ese sitio comienza una nueva y urgente historia para mí y la pongo a los pies de mi país, con todo lo que soy, con todo lo que tengo, con todo lo que puedo aportar”, y dijo que también perdonaba al sistema judicial de México y de quienes han lucrado con la imagen, trayectoria y muerte de su padre.
Así se presenta un joven cuya carrera política aún crecerá bastante… si la historia no se repite.